Parece que los votantes en El Salvador le concedieron a Nayib Bukele un segundo mandato como presidente por un amplio margen, pero problemas con el conteo de votos retrasaron los resultados del lunes en una elección que para muchos representó una compensación entre libertades civiles restringidas a cambio de seguridad en un país que alguna vez estuvo aterrorizado por pandillas.
Para el domingo por la noche se habían contado el 31% de los colegios electorales. Para el lunes en la mañana, el porcentaje saltó repentinamente al 70%, según resultados preliminares del Tribunal Supremo Electoral.
Bukele obtuvo el 83% de los votos, muy por delante del 7% de su competidor más cercano, el izquierdista Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional. Un jubiloso Bukele declaró un margen de victoria histórico incluso antes que las autoridades electorales publicaran anoche las primeras cifras preliminares.
La autoridad electoral destacó que ha habido “múltiples acciones que han dificultado el desarrollo de las actividades de transmisión de resultados preliminares”, así como la falta de papel para imprimir las actas de votación en los colegios electorales. Pidió un cambio a un proceso de contingencia que incluyera el recuento de votos a mano.
Eduardo Escobar, un abogado de la organización no gubernamental Acción Ciudadana, dijo que al parecer hubo dos problemas: Algunos trabajadores electorales no pudieron ingresar los totales de votos en el sistema y otros no pudieron transmitirlos.
“Entiendo que ya está fluyendo el asunto”, indicó,
Desde el balcón del Palacio Nacional el domingo por la noche, Bukele dijo que el país había hecho historia.
“¿Por qué tantos ojos del mundo sobre un país más pequeño de America?… Le tiene miedo al poder del ejemplo”.
“Los salvadoreños hemos dado un ejemplo al mundo entero, que cualquier problema se puede solucionar si hay voluntad de hacerlo”, agregó.
El autodenominado “dictador más genial del mundo” tenía índices de aprobación altísimos y prácticamente no tenía competencia. Esto a pesar de las preocupaciones de que el gobierno de Bukele haya socavado los controles y equilibrios en su primer mandato y de las acusaciones de que eludió una prohibición constitucional de la reelección.
Bukele dejó en claro que espera que la recién elegida Asamblea Legislativa continúe ampliando los poderes especiales de los que goza desde marzo de 2022 para combatir a las temidas pandillas del país.
Bajo el estado de emergencia aprobado en marzo de 2022, el gobierno ha arrestado a más de 76.000 personas, más del 1% de la población del país centroamericano. Ha provocado acusaciones de abusos generalizados a los derechos humanos y falta de debido proceso, pero la violencia se ha desplomado en un país que llegó a ser uno de los más peligrosos del mundo.
Sara León, de 48 años, estaba entre la multitud de personas que acudieron en masa al centro de El Salvador, anteriormente controlado por pandillas, para celebrar. Cuando tenía 23 años, León arriesgó su vida para migrar a Estados Unidos con su hija de 6 años.
“Si las pandillas miraban una niña bonita, la secuestraban, la abusaban y la mataban. No quería que eso pasará a mi hija”, declaró.
Regresó a su tierra natal en octubre debido al estado de emergencia y espera que su hija pueda regresar.
“Es un genio”, dijo sobre Bukele, llorando cuando le preguntaron qué ha significado su administración. “Suponiendo que él fuera un dictador, que tengamos un dictador 100 años más”.
ACIERA